¿Tú o mis hormonas?

Pienso que preferiste formar una nueva vida en vez de hacerme parte de la primera y hoy te das cuenta que cambiaste tu carruaje por una calabaza pues la magia terminó a las 12 y tu te quedaste sin nada. Encontraste a la única niña capaz de engañarte en el amor fingiendo que sabía controlarlo pero te has dado cuenta que no. ¿Te sientes estafado? Pues la culpa es de los dos, tu por enamorarme y yo por darte todo el corazón.

Un día ligas las cosas y encuentras el mensaje escondido en los pequeños detalles donde gritas las cosas sin decirlas; todo con una mirada y te das cuenta que cancelas los planes de fin de semana porque ni siquiera esperas durar hasta mañana. Lo triste que es darse cuenta que ya no revisas mis mensajes a escondidas no porque confíes en mi o te dieras cuenta lo mucho que me molestaba si no que ha dejado de importarte. Y aveces tus manos me dicen que entre las mías encontraron una prisión pero no te quieres dar cuenta que la puerta esta abierta pues yo se que solo se queda lo que no amarras. No seas cobarde, busca lo que necesitas para ser feliz y el lunes de regaló dame sinceridad donde me puedas ver a los ojos y me digas la verdad, pues si la persona a la que amaste ya no esta tu no tienes porque quedarte aquí.

Los entendidos en lapidaria no ignoran que es muy fácil confundir el diamante puro con el topacio blanco del Brasil y aceptar un berilo tomándolo por una esmeralda (entre estos últimos no hay más diferencia que la diferencia que existe entre el óxido de hierro y el óxido de cromo).

El autor escribe las anteriores líneas, primero para dar la sensación de una vasta cultura, obligación de todo novelista civilizado, y en segundo, para llegar a la consecuencia -por comparación- de que es muy fácil también confundir el aburrimiento con el amor.

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